Buscar en este blog

febrero 05, 2010

Homo Sapiens Inalambricus

Como en el antiguo Oeste, caminamos portando en la cintura el "arma" imprescindible para vivir en nuestras frenéticas sociedades. Tanto se incorporan las nuevas tecnologías que casi se convierten en "ampliaciones" de nuestro cuerpo. Dan la sensación de un nuevo Síndrome a la Frankestein: las tecnologías se rebelan contra su creador y se convierten en temido dueño y señor.
Tengamos cuidado de no ser esclavos de aquello que es un buen medio, pero que por el uso se está convirtiendo en un fin. El uso desmedido potencia una sociedad fragmentada, las personas nos alejamos más unas de otras, en lugar de ayudarnos a "desenchufar" y por tanto encontrar tiempo para meditar u orar, la irrupción de la tecnología provoca la "necesidad" imperiosa de estar alertas -disponibles- 24 horas al día, siete días de la semana, los 365 días del año. Es como si dijéramos: estoy conectado, luego existo.

Las nuevas tecnologías -que en breve tiempo serán obsoletas- fomentan un espejismo, la ilusión de creer que conectarse a muchas bases de datos, múltiples fuentes de información, varios facebooks, blogs y no sé cuántos servidores... resuelve todos los problemas y nos da una inteligencia extraordinaria.
No es verdad.
Estos bancos de comunicación y/o información sólo son útiles a quienes saben leer, controlar y usar con dominio propio. Un burro conectado a internet sigue siendo un burro.

Si no tenemos sabiduría y madurez espiritual caeremos en el nuevo tipo de hombre postmoderno, el Homo Sapiens Inalambricus: un ser impaciente ante la tranquilidad, impedido de la meditación (a menos que llegue en bits), tan mecánico que desprecia el silencio o cualquier cosa que le dé tiempo para sondear las profundidades de su alma.
Un ser pegado a un aparato electrónico, que necesita ruido, muchedumbre, auriculares, escúchelos o no.

He descubierto algunas pautas para ayudar a los que sufren la ansiedad por no estar localizables. Hace falta ser valiente para contemplar el espejo de nuestras almas y ver escritas allí las desfiguraciones causadas por el vivir electrónico. No es un absurdo decir que los hombres han de ser hombres y no átomos, gigas o megas de un disco duro.
Cuando alguien ve las lesiones morales que se ha causado, lo sabio y atinado es ir al Médico Divino, en arrepentimiento y confesión y fe, pues El mismo así lo dice: "venid a mí todos los que os sentís abrumadoramente cansados y encontraréis descanso para vuestras almas."

Boletín Informativo de la Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda", en Barcelona. P.Roberto Velert Ch. "Desde el Corazón".

No hay comentarios:

Publicar un comentario