Buscar en este blog

febrero 17, 2010

Clínica de Especialidades

Dirección Médica: DR. SEKURO KETEKURA
Urgencias: DR. TAKURADO YAMISMITO.
Dermatología: DR. TUKUERO TADURO.
Endoscopía: DRA. TEMETO TUBITO.
Fisioterapia: DRA. TESUDA TOITO.
Hematología: DRA. TEFLUYE PLAKETA
Neumología: DR. TUTOSE MUFUETE.
Odontología: DR. TEKITO LAKARIE.
Psiquiatría: DR. TARAYADO TUKOKO.
Otorrinolaring: DR. TEKURA MOKITO
Radiología: DRA. METOMA LAFOTO
Reumatología: DR. TARREKLO TUWESO
Cardiología: DR. TEKAMBIO CORDADO
Cirugía Plástica: DR. TEKITO LOCUAITO

¿Ocho x Cinco?


ugghhh!!

febrero 13, 2010

¿Atemorizado, sin idea o desinformado?

De cara a cambios y oportunidades significativas, a menudo la gente cae en alguna de estas tres categorías. Y si tú quieres ser de ayuda, es muy útil reconocer en cuál están.


Los desinformados necesitan información y visión interior para tener idea de lo que harán. Se acercan a los problemas con calma y optimismo, pero requieren ser enseñados. El término desinformado no es peyorativo, sino un estado temporal.


Los sin idea son gente que no saben qué hacer, y que ignoran que no saben qué hacer. Ignoran las preguntas que deben hacer. Resulta insuficiente darles instrucciones. Primero hay que mostrarles cómo luce la plataforma en que están y entonces empezar a trabajar...


Y los atemorizados son gente que resistirá cualquier ayuda que puedas proporcionales, y que te culparán por el estrés que el cambio produce. La gente miedosa gusta de dispararle al mensajero. Patos.


La peor clase de gente atemorizada es aquella con poder. Por ejemplo, alguien dentro de una multitud de personas atemorizadas, alguien con una pistolas, alguien gerente de una compañía (CEO). Si eres confrontado por un gerente así, es tiempo de correr.

Antes de que alguien cambie, tiene que aprender; y antes de que aprenda, es necesario que cese de tener miedo.

Una de las razones de que grandes ideas se originen en compañías pequeñas es que hay menos temor al cambio en niveles superiores. Es un error cuando el consejo directivo o los accionistas recompensan a un gerente hiper-confidente pero temeroso, en lugar de llamarlo a capítulo cuando se aira contra el cambio.


La primera vez que quise surfear, me dió miedo. Luce genial, pero en una gente de mi edad...

Un instructor paciente disipó mis dudas hasta que estuve en disposición de empezar. Cuando uno empieza, encuentra que las cosas que creía importantes resultan irrelevantes, mientras que las cosas desconocidas son importantes para meterse al océano. Al final, y solo entonces, uno es lo suficientemente listo para aprender.

Ahora surfeo, bastante mal por cierto, pero al menos sé por qué.


Consuela al temeroso, entrena al sin idea y enseña al desinformado.


Seth Godin. http://sethgodin.typepad.com/seths_blog/2010/02/frightenedcluelessuninformed.html


febrero 12, 2010

El Charlatán. Cómo reconocerlo.

Con la sincera esperanza de que algunos recapaciten en lo que hacen, y otros dejen de sostenerlos y apoyarlos con recetas que conducen a un solo punto: la nada. Porque tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata.

El charlatán es un personaje carismático pero siniestro que ha acompañado a las enfermedades en toda la Historia de la Medicina. Se podría definir como un sujeto que se jacta de tener un remedio (¡la cura total!) para alguno de los múltiples padecimientos crónicos.

Es curioso observar que, en muchos casos, el charlatán no es un mentiroso contumaz, sino más bien alguien con poco juicio crítico acerca de la realidad e ignorante de la tremenda complejidad de las enfermedades crónicas; seductor en su forma de actuar, simpático, vehemente, transmite seguridad en sus afirmaciones, pero carece de escrúpulos y no le preocupan ni sus obvias limitaciones como terapeutas ni el estar engañando a los individuos más vulnerables de la sociedad, los enfermos crónicos.

En otras palabras, el charlatán tiene un perfil suficientemente definido como para poder reconocerlo independiente de si, supuestamente, cura el cáncer, artritis o la fibromialgia. Por lo general esta persona no tiene entrenamiento formal en el área donde se ubica la enfermedad. En ocasiones, ni siquiera es médico. Hace sus “descubrimientos” en solitario, sin bases científicas coherentes. Pero sus falsos argumentos están empapados de jerga médica, aunque sus planteamientos no resisten un escrutinio científico elemental.

Este tipo de curanderos no se conforman con aportar “un avance” en el conocimiento de alguna enfermedad, sino que de golpe y porrazo descubren la curación, la solución completa a enfermedades complejísimas. Ignoran que el conocimiento es una progresión ordenada de ideas, que no hay “saltos” ni “generación espontánea.” Es imposible comenzar a construir un edificio en el último piso, sin antes haber plantado sus cimientos.

Con frecuencia, una coyuntura casual es el origen de su genial descubrimiento. El testimonio de una persona en particular es un gancho habitual para atrapar víctimas. Cuando se le pregunta al charlatán donde están las legiones de pacientes que, según él, han curado con su maravilloso método, responde que ellos “quedaron tan contentos que no quieren saber nada de su pasado marcado por el padecimiento.”

El charlatán no conoce límites. En su desvarío, es capaz de asegurar que su pócima maravillosa cura cualquier cosa, desde gripes hasta cáncer y todo tipo de reumas, por supuesto, lo cual convierte a su remedio en total panacea.

Al charlatán le encanta la historia de David y Goliath. Suele argumentar que su descubrimiento maravilloso no tiene aplicación universal por causa de los intereses económicos de las compañías farmacéuticas que conspiran en su contra. Según él, la divulgación de su hallazgo las conduciría a la ruina. Sin embargo, no le causan empacho sus propios ingresos, derivados de la venta de su producto mágico.

La historia habitual de estos curanderos es la misma: un período de fama, después olvido y reemplazo por otro con trucos más novedosos y/o actitudes más seductoras.

¡Cuán difícil debe ser para un charlatán contraer una enfermedad crónica y sobrellevarla, a sabiendas de su abuso!

¿Por qué la atracción de los pacientes hacia la charlatanería? Hay varios motivos. La primordial es la desesperación por su mal estado de salud; cierta dosis de ingenuidad -candidez- e incultura para creer en una solución sin bases razonables. Pero detrás de esta ingenuidad existe cierto grado de irresponsabilidad. Es más fácil creer a ciegas que un producto maravilloso producirá la curación que someterse a un tratamiento que requiere esfuerzo constante y cambios en el estilo de vida.

Bajo esta atracción por lo irracional subyace también una tradición sociocultural peculiar. Nuestras sociedades hispanoamericanas siempre han sido seducidas por las explicaciones mágicas de la vida y sus circunstancias.

Por último, hay un grupo pequeño de personas cuya atracción a la charlatanería se sustenta sobre la base de una oposición al sistema establecido. Rechazan todo lo que tenga que ver con la autoridad, con la medicina ortodoxa, con la industria farmacéutica y con las agencias gubernamentales de salud.

En esta aldea global en que vivimos, sufrimos la masificación de la charlatanería a través de los medio de comunicación.

El mejor recurso contra la charlatanería es la información. Una persona bien informada hará una valoración crítica de los supuestos tratamientos maravillosos y demandará conocer la base teórica sobre la cual se fundamentan, así como su mecanismo de acción y los estudios que avalen su utilidad y su seguridad.

Es contraproducente que una agencia gubernamental o un colegio médico intente limitar de alguna manera la actuación del charlatán (a menos que su pócima sea claramente tóxica). Esto sería darle armas al curandero para mostrar que los poderosos intereses políticos y económicos conspiran en su contra. También resulta inútil procurar convencer a los seguidores incondicionales de la falsedad del tratamiento predicado por su gurú. Ante la creencia dogmática no hay argumento científico que valga [¡qué pena!].

Dr. Manuel Martínez Lavín. Fibromialgia. El Dolor Incomprendido. Ed. Aguilar, Cap. XXX, p.167-171; 2008.

febrero 10, 2010

COMO CREAR UNA PRESENTACION DE CALIDAD TED

Las charlas de las conferencias TED son algunas de las mejores. Mientras que la conferencia en sí es sólo para unos 1,000 asistentes, por invitación, la mayoría de las presentaciones son gratis online.

Te recomiendo fuertemente que visites alguna de las conferencias (TED talks). En su página web hay dos oraciones que resumen sus fines. La primera es su línea principal: “Ideas que vale la pena propagar.” Esto es lo que hace TED. La segunda es “charlas sólidas dadas por personas fuera de serie, gratis para el mundo.” Fantástico.

Una de las razones que hace tan buenas estas charlas es que los organizadores proveen a los conferencistas con una guía (los mandamientos TED, un juego de palabras con los 10 mandamientos, en inglés then comandments). Admito que el concepto de “mandamientos TED” no es muy bueno en sí, pero la guía es de mucha ayuda. Hela aquí:

  1. No harás trotar tu numerito usual
  2. Soñarás un Gran Sueño, o expondrás algo Nuevo Maravilloso, o compartirás Algo que nunca has compartido antes.
  3. Revelarás tú curiosidad y pasión.
  4. Contarás una historia.
  5. Comentarás con libertad sobre las declaraciones de otros, con el fin de crear conexiones benditas y controversias exquisitas.
  6. No inflarás tu propio ego. Serás vulnerable. Hablarás de tus fallos así como de tus éxitos.
  7. No venderás desde el escenario: ni tu compañía, ni tus bienes, ni tus escritos, ni tu desesperada necesidad de fondos; o serás enviado a las tinieblas.
  8. Recordarás todo el tiempo que reír es bueno.
  9. No leerás tu discurso.
  10. No robarás el tiempo de los que siguen a continuación.

(HT: Garr Reynolds; SA)

Related posts:

febrero 09, 2010

El beneficio marginal de fallar, e importancia de la imaginación.

En junio 5, 2008, la escritora J.K Rowling, autora de la exitosa serie Harry Potter, dictó el Discurso de Graduación en la Reunión Anual de la Asociación de Alumnos de Harvard. Les invitamos a leer y reflexionar en sus palabras, con un buen café, claro. O si son muy duchos en inglés, pueden accesar directamente y ver la presentación, la dirección está al final.

Presidente Fausto, miembros de la Corporación Harvard y de la Cámara de Supervisores, miembros de la facultad, orgullosos padres, y, sobre todo, graduandos.

Lo primero que quiero decir es ‘gracias.’ No solo me han concedido un honor extraordinario sino también semanas de miedo y náusea ante la idea de dar este discurso, hasta he perdido peso. ¡Una situación ganar-ganar! Ahora todo lo que tengo qué hacer es respirar profundo, ondear las banderas rojas y convencerme a mí misma de estar en la mayor de las reuniones Gryffindor.

Dar este tipo de discurso es una gran responsabilidad; o así pensé hasta que traté de recordar mi propia graduación. Aquél día la discursista fue la distinguida filósofa británica Baronesa María Warnock. Reflexionar en ello me ha ayudado muchísimo para escribir éste, porque sucede que no he podido recordar una sola palabra de lo que ella dijo. Este liberador descubrimiento me ha permitido proceder sin el temor de que pudiera influenciar sin querer a que alguien abandonara una prometedora carrera en el mundo de los negocios, o abogacía, o política, por los atolondrados deleites de convertirse en ufano mago. ¿Ven? Si en los años por venir sólo recuerdan la broma del ‘ufano mago’, pues he alcanzado más que la Baronesa. Metas alcanzables: el primer paso para la mejoría del propio ser.

De hecho, he naufragado en mi mente y corazón buscando lo que debería decirles hoy. Me he preguntado a mí misma lo que me habría gustado saber cuando mi propia graduación y qué lecciones importantes he aprendido en los 21 años transcurridos desde entonces.

He encontrado dos respuestas. En este hermoso día en que nos hemos reunido para celebrar éxitos académicos, he decidido hablarles del beneficio de fallar. Y como ustedes se encuentran en el umbral de lo que luego llamamos ‘vida real’, quiero enfatizar la importancia crucial de la imaginación.

Pudieran parecer elecciones quijotescas o paradójicas, pero por favor soporten mi agravio.

Ver hacia atrás, mi graduación a los 21 años, es una experiencia un tanto incómoda para la mujer de 42 años en que me he convertido. Hacia la mitad de mis años, tenía un balance bastante precario entre mis ambiciones y las de aquellos más cercanos y lo que esperaban de mí.

Estaba convencida de que lo único que yo quería hacer era escribir novelas. Sin embargo, mis padres, ambos de orígenes muy pobres, ninguno de los cuales fue a la universidad, tenían el punto de vista que mi superabundante imaginación era un capricho personal que nunca pagaría la renta o aseguraría una pensión. Ahora, sé que la ironía golpea con la fuerza de una caricatura de martillo.

Ellos esperaban que hiciera una carrera vocacional; yo quería estudiar Literatura Inglesa. Acordamos un compromiso que en retrospecto no satisfizo a nadie, y me fui a estudiar Lenguas Modernas. Apenas el carro de mis padres había dado vuelta en la esquina cuando me escapé de la clase de Alemán y me escurrí al corredor donde daban Clásicos. No recuerdo si les dije a mis padres que estudiaba los Clásicos; es posible que lo hayan descubierto por primera vez el día de mi graduación. Entre paréntesis, quiero dejar claro que no culpo a mis padres por su punto de vista. En eso de culpar a nuestros padres por los giros equivocados de dirección hay una fecha de expiración; en el momento en que somos lo suficientemente viejos como para tomar el volante, la responsabilidad nos pertenece. Es más, no puedo criticar a mis padres por su deseo de que yo no experimentara pobreza. Ellos fueron pobres, yo también, y estoy de acuerdo que no es una experiencia ennoblecedora. Pobreza implica miedos, estrés, a veces depresiones; implica mil pequeñas humillaciones y durezas. Escalar y salir de pobreza por tus propios medios es algo de lo que podrías enorgullecerte, pero en sí misma la pobreza es romantizada sólo por tontos. Lo que yo más temía a la edad de ustedes no era la pobreza, sino fallar.

A su edad, a pesar de una distintiva falta de motivación en la universidad, donde pasé mucho tiempo en las cafeterías escribiendo historias y muy poco tiempo en clases, tenía destreza para aprobar exámenes, y por años, esa fue la medida del éxito en mi vida y la de mis compañeros.

No piensen que supongo que como ustedes son jóvenes, talentosos y bien educados, pues no conocen de durezas o quebrantamientos. Talento e inteligencia no son vacunas contra los caprichos de las Hadas, y ni por un momento he supuesto que todos aquí han disfrutado una existencia de contentamiento y sereno privilegio. Sin embargo, el hecho de graduarse de Harvard sugiere que no han tenido mucho contacto con las fallas. Pudieran estar gobernados por temor a fallar tanto como por el deseo de sobresalir. Incluso es posible que su concepto de falla no esté muy lejos de la idea de éxito de la persona promedio, tan alto han volado ya.

En última instancia, hemos de decidir por nosotros mismos lo que constituye falla, pero el mundo está más que dispuesto a darte un grupo de criterios si lo dejas. He de decirles que a siete años de mi graduación, según escalas convencionales, mi falla era épica. Un matrimonio de muy corta duración, sin trabajo, madre sola, tan pobre como puede ser posible en la Inglaterra Moderna, pero con casa. Los temores de mis padres y de mí misma hechos realidad, así que bajo los estándares usuales yo era la más grande falla que conocía.

No, no voy a pararme aquí y decirles que es divertido fallar. Ese período de mi vida fue oscuro, y no tenía idea de que sería lo que la prensa ha dado en representar como la resolución de un cuento de hadas. No tenía idea de cuán largo era el túnel, cuánto duraría, o de si la luz al final era más bien una esperanza que realidad.

¿Por qué hablar de beneficios en la falla? Simplemente porque fallar implica quitarse de encima todo lo que no es esencial. Paré en mi pretensión de ser otra cosa de lo que era, y comencé a dirigir toda mi energía en terminar el único trabajo que me importaba. Si hubiera tenido éxito en cualquier otra cosa, nunca hubiera encontrado la determinación para salir adelante en la única arena donde realmente pertenecía. Fui liberada, porque mi más grande temor se había hecho realidad, y estaba viva, y tenía una hija que adoraba, y tenía una vieja máquina de escribir y una gran idea. Y la roca del fondo se convirtió en el sólido cimiente para reconstruir mi vida.

Ustedes podrían no fallar en la misma escala mía, pero fallar es inevitable en la vida. Es imposible vivir fin fallar en algo, a menos que vivas tan cuidadosamente que no vivas para nada -en cuyo caso has fallado por default.

Fallar me proporcionó una seguridad interna que nunca habría obtenido aprobando exámenes. Fallar me enseñó cosas sobre mí misma que no habría aprendido de otro modo. Descubrí que tengo una voluntad fuerte, y más disciplina de la que supuse; también descubrí amistades cuyo valor está muy por encima de rubíes.

Este conocimiento de emerger más sabio y más fuerte de las desdichas significa que en adelante tienes seguridad de tu capacidad de sobrevivir. Nunca te conocerás a ti mismo lo suficiente, o la fuerza de tus relaciones, hasta no ser probado por la adversidad. Tal conocimiento es un regalo verdadero, porque todo lo que se gana con dolor tiene más valor que cualquier otra cosa ganada.

Así que le diría a mi otro ser de 21 años que la felicidad personal consiste en saber que la vida no es una lista de verificación de logros y adquisiciones. Tus notas, tu curriculum vitae, no son tu vida, aunque encontrarás mucha gente de mi edad o mayor que confunde ambas cosas. La vida es difícil y complicada, fuera del control personal total, y la humildad para saberlo te permitirá sobrevivir a sus vicisitudes.

Bien, quizás pienses que seleccioné mi segundo tema, la importancia de imaginar, por lo que ha jugado en reconstruir mi vida, pero no es así. Si bien defiendo por completo el valor de contar historias a la hora de irse a dormir, he aprendido el valor de la imaginación en un sentido mucho mayor.

Imaginar no es tan sólo la capacidad humana única para ver aquello que no es, y por tanto fuente de toda invención e innovación. En su capacidad más reveladora y transformadora, es el poder que nos permite empatizar [hacer empatía] con quienes no hemos compartido experiencias.

Una de mis mayores experiencias formativas precedió a Harry Potter, si bien mucho de ellas lo escribí en esos libros. Esta revelación vino en la forma de uno de mis primeros trabajos. Escribía en mis horas de comida, pero pagaba la renta con mi trabajo, a mis 20 años, en el departamento sobre Investigaciones Africanas en la oficina central de Amnistía Internacional (AI) en Londres.

Ahí, en mi pequeña oficina, leía apresuradamente las cartas contrabandeadas de regímenes totalitarios de hombres y mujeres que se arriesgaban para informar al mundo lo que les sucedía. Ví fotografías de desaparecidos sin dejar rastro, enviadas a AI por sus desesperadas familias y amigos. Leí testimonios de víctimas torturadas y ví imágenes de sus lesiones. Abrí testimonios escritos a mano de juicios sumarios y ejecuciones, de secuestros y violaciones.

Muchos de mis compañeros era ex-prisioneros políticos, gentes desplazadas de sus hogares, o en el exilio, porque habían tenido la temeridad de hablar en contra de sus gobiernos. Los visitantes incluían informantes, o aquellos que deseaban averigüar qué había sucedido a quienes habían quedado atrás. Nunca olvidaré una víctima de la tortura, un hombre joven de Africa, no más viejo que yo entonces, enfermo mental luego de soportar brutal tortura en su país. Temblaba sin control al hablar frente a la cámara de video. Era un pie más alto que yo, y parecía frágil como un niño. Se me dió el trabajo de escoltarlo hasta la estación del tren subterráneo, y este hombre cuya vida había sido asaltada por la crueldad tomó mi mano con exquisita cortesía, y me deseó felicidad futura.

Y mientras viva recordaré ir caminando por un corredor vacío y escuchar de repente, detrás de una puerta cerrada, un grito de dolor y horror como nunca he vuelto a escuchar. La puerta se abrió, y la investigadora sacó la cabeza y me pidió que corriera y trajera una bebida caliente para el joven que estaba frente a ella. Recién le había dado la noticia de que, en retaliación por hablar contra el régimen de su país, su madre había sido encarcelada y ejecutada.

Cada día de mi semana laboral me recordaba cuán increíblemente afortunada era, al vivir en un país con un gobierno elegido democráticamente, donde la representación legal y juicios públicos es derecho de todos.

Cada día, ví evidencias abrumadoras de la maldad del ser humano sobre otros seres humanos, para ganar o mantenerse en poder. Comencé a sufrir pesadillas, literales, sobre algunas de las cosas que ví, escuché o leí.

Y sin embargo, aprendí también sobre la bondad humana ahí en AI, más de lo que hubiera sabido. AI moviliza miles de personas que nunca han sido torturadas o sido prisioneras por sus creencias, en favor de quienes han padecido. El poder de la empatía, produce acción colectiva, salva vidas, libera prisioneros. Gentes ordinarias, cuya vida y seguridad personal no está en peligro, se unen en grandes números para salvar personas desconocidas que nunca encontrarán. Mi pequeña participación en el proceso fue una de las experiencias más inspiradoras y humildes de mi vida. Diferente a cualquier otra criatura, los humanos pueden aprender y entender sin haberlo experimentado. Pueden imaginarse en los sitios de otros.

Este es un poder moralmente neutro. Uno pudiera manipular y controlar tanto como entender y simpatizar. Y muchos prefieren no ejercitar su imaginación para nada. Eligen permanecer en la comodidad, dentro de los límites de su propia experiencia, sin preocuparse de cómo sentirían si hubieran nacido distintos a lo que son. Pueden rechazar escuchar los gritos o mirar en las jaulas; cerrar sus mentes y corazones a cualquier sufrimiento que no les toque en lo personal. Pueden rehusar saber.

Podría sentir la tentación de envidiar a personas que viven así, excepto que no creo que tengan menos pesadillas que yo. Escoger vivir en un espacio pequeño conduce a formas mentales de agorafobia, y esto trae sus propios terrores. Pienso que los voluntarios no imaginativos ven más monstruos. A menudo tienen miedos mayores. Es más, quienes escogen no empatizar permiten monstruos reales. Porque sin nunca cometer maldad por nosotros mismos, nos coludimos con ellos a través de nuestra propia apatía.

Una de las muchas cosas que aprendí en el corredor de los Clásicos, cuando me aventuré a los 18 en busca de algo que no podía definir, fue lo siguiente, escrito por Plutarco -autor griego: lo que alcancemos interiormente cambiará nuestra realidad externa. Un aforismo inmenso, probado mil veces cada día en nuestras vidas. En parte, expresa nuestra inescapable conexión con el mundo exterior, el hecho de que podemos tocar las vidas de otros simplemente al existir.

Y ¿cuán dispuestos están ustedes, graduados 2008 de Harvard, para tocar las vidas de otros? Su inteligencia, su capacidad para el trabajo duro, la educación que han recibido, les concede estatus único así como responsabilidades únicas. Incluso su nacionalidad les coloca aparte. La gran mayoría pertenece al último superpoder mundial que permanece. La manera como voten, como vivan, como protesten, la presión que apliquen en sus gobiernos, tendrá impacto mucho más allá de sus fronteras. Ese es su privilegio, y su carga.

Si escoges utilizar tu estatus e influencia para levantar tu voz en favor de los que no tienen voz; si escoges identificarte no solo con los poderosos sino con los desposeídos; si retienes la capacidad de imaginarte a ti mismo en las vidas de aquellos que no tienen tus ventajas, luego entonces no serán sólo tus orgullosos familiares quienes celebren tu existencia, sino miles y millones de gentes cuya realidad has ayudado a cambiar. No necesitamos magia para transformar el mundo, tenemos todo el poder que necesitamos dentro de nosotros mismos: tenemos el poder de imaginar lo mejor.

Casi termino. Tengo una última esperanza para ustedes, algo que ya tenía alrededor de los 21. Los amigos con los cuales me senté el día de mi graduación son mis amigos de toda la vida. Son los padrinos de mis hijos, la gente que he buscado en tiempos difíciles, gente que ha sido tan generosa como para no demandarme cuando le puse sus nombres a los Comedores de Muertos. Ya nos unían afectos enormes cuando nos graduamos, por las experiencias compartidas de un tiempo que no volverá, y, por supuesto, por el conocimiento de que poseemos cierta evidencia fotográfica de valor excepcional en el caso de que alguno llegue a ser Primer Ministro.

De modo que hoy no les deseo nada mejor que amistades similares. Y mañana, espero que aún cuando no recuerden una sola palabra mía, recuerden las de Séneca, otro de los viejos romanos que encontré en el corredor de los Clásicos cuando huí de las escaleras de carrera en busca de sabiduría antigua: como un cuento, así es la vida; no cuán larga es, sino cuán buena es, eso es lo que importa.

Muchas gracias.

JK Rowling. http://harvardmagazine.com/commencement/the-fringe-benefits-failure-the-importance-imagination

febrero 08, 2010

¿Odia Dios a Haití?

Las imágenes de Haití recuerdan escenas del Infierno de Dante. La escala de la calamidad es sin precedentes. Haití ha casi desaparecido como país. El terremoto provino de movimientos en placas subterráneas localizadas a 6 millas de profundidad, siguiendo una línea previamente detectada desde hace muchos años. Pero nadie pudo prevenir una catástrofe de esta magnitud. El terremoto de 7.0 llegó como pesadilla, colapsó la ciudad de Puerto Príncipe, colapsó villas enteras aledañas, multitud de cuerpos fueron despedidos por el aire o atrapados bajo montañas de escombros.

Orfanatorios, iglesias, mercados, casas, edificios de gobierno, todo colapsó. No hay funciones civiles. Sin electricidad, se han cortado comunicaciones y los esfuerzos de ayuda son muy limitados. Los cuerpos se acumulan, la esperanza perece, y la ayuda, aunque en camino, no llegará a tiempo para muchas víctimas.

La nación más empobrecida del Hemisferio Occidental ha sufrido una catástrofe a todas luces apocalíptica. Y en verdad, es difícil no comenzar a describir el terremoto como un desastre de proporciones bíblicas. Pareciera como si la ira de Dios cayera sobre la nación caribeña. Agreguemos al coctel el hecho de Haití ser conocido por su historia de sincretismo religioso -mezclando elementos de diversa fe, incluso de prácticas ocultas. El país se conoce como vudú, brujería y una tradición católica grandemente influenciada por lo oculto.

La historia de Haití es un catálogo de desastres políticos, uno después de otro. Algunos invocan tradiciones de pactos con el Diablo en sus guerras de Independencia para explicar todo lo que ha marcado la tragedia de la historia haitiana -incluso ahora, el terremoto de enero 12, 2010.

¿Es que Dios aborrece a Haití? Esta ha sido la conclusión de muchos, quienes apuntan al terremoto como evidencia directa del juicio de Dios.

Dios juzga a las naciones -todas y cada una- y Dios juzgará las naciones. Su juicio es perfecto y Su justicia es segura. El gobierna sobre todas las naciones y Su soberana voluntad se muestra en el ascenso y caída de naciones e imperios y pueblos. Cada molécula de materia obedece Su mandato, y los terremotos revelan Su reino- igual que las mareas de ayuda y asistencia que fluyen hacia Haití ahora mismo.

Un cristiano fiel no puede aceptar que Dios es un simple espectador de eventos mundiales. La Biblia enseña con claridad el gobierno soberano de Dios sobre toda Su creación, todo el tiempo. No tenemos derecho a decir que Dios se sorprendió por el terremoto en Haití, o creer que Dios no habría podido impedir que sucediera. El gobierno divino sobre la creación se ejecuta en hechos directos e indirectos, pero su norma es constante. El universo, aún después de las consecuencias de la Caída, todavía demuestra el carácter de Dios en todas sus dimensiones, objetos, recurrencias. Y, con todo, no tenemos derecho a decir que sabemos el por qué una catástrofe como el terremoto de Haití sucedió en ese lugar y en ese momento.

La arrogancia de la presunción humana es un peligro real continuo. Podemos señalar la causa del accidente automovilístico debido a la embriaguez del conductor, pero no podemos señalar o investigar los efectos del vudú sobre un terremoto -al menos no tan directamente. ¿Juzgará Dios a Haití por su oscuridad espiritual? Por supuesto. ¿Es el juicio divino comprensible a nuestro sentido -al presente? No. No se nos ha otorgado tal conocimiento. Jesús mismo advirtió a sus discípulos contra esta clase de presunción.

¿Por qué no hubo un terremoto que sacudiera la Alemania nazi? ¿Por qué no un tsunami que devorara los campos de muerte en Cambodia? ¿Por qué Katrina, el huracán, destruyó más iglesias evangélicas que casinos? ¿Por qué tantos dictadores asesinos viven hasta la ancianidad mientras que tantos misioneros mueren jóvenes?

¿Odia Dios a Haití? Dios odia el pecado, y castigará tanto pecadores individuales como naciones. Pero lo que esto significa es que cada individuo y cada nación será hallada culpable cuando sea medida por el estándar de la perfecta justicia de Dios. Dios aborrece al pecado, pero si Dios simplemente odiara Haití, no habrían allí misioneros; no habría ayuda proveniente de otras naciones; no habrían esfuerzos de rescate -no habría esperanza alguna.

El terremoto, como cualquier otro desastre, nos recuerda que la Creación gime bajo el peso del pecado y de los juicios de Dios. Esto es verdad para cada célula de nuestro cuerpo, tanto como para cada partícula de la corteza terrestre en cualquier punto del globo. El cosmos entero espera la revelación de la gloria de la Venida de nuestro Señor. La Creación gime a una por la esperanza de la Nueva Creación.

En otras palabras, el desastre nos recuerda que el Evangelio de Jesucristo es el único y real mensaje de esperanza. La cruz de Cristo declara que Jesús ama Haití -y que el pueblo haitiano es objeto de Su amor. Cristo nos hace mostrar Su amor hacia los haitianos, y compartir Su evangelio. En medio de tragedia tan inmensa, Cristo nos mueve a correr en ayuda del sufriente pueblo haitiano, y de correr y contarles sobre Su amor, Su cruz, y salvación sólo en Su Nombre. Todo en la tragedia en Haití enfoca nuestra necesidad de redención. La tragedia pudiera abrir nuevas puertas al evangelio entre el pueblo haitiano. Esto sería para la gloria de Dios. Mientras tanto, el pueblo de Cristo debe hacer todo lo posible que podamos hacer para aliviar el sufrimiento, curar al herido, consolar al dolido. ¿Y si el pueblo de Dios es llamado a esto, cómo podemos decir que Dios aborrece Haití?

Si tienes dudas, abre tu Biblia en Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su único Hijo, para que todo aquel que crea en él no se pierda, sino tenga vida eterna. Este es el mensaje de Dios para Haití.

I am always glad to hear from readers and listeners. Write me at mail@albertmohler.com. Follow regular updates on Twitter at www.twitter.com/AlbertMohler.

N del T. Albert Mohler es presidente del Seminario Teológico en Dallas.

febrero 07, 2010

Hábitos de Lectura

Allá en Guadalajara, México, encontramos un anuncio publicitario buenísimo de la Librería Gandhi, uno de los iconos de librería mexicanos:

SI NO TE PONES A LEER, VAS DERECHO AL INFIERNO*

*algunas restricciones aplican


Tú no provienes de un embrión

Scott Klusendorf:

"En breve, no provienes de un embrión, fuiste alguna vez un embrión. En ningún punto de tu desarrollo prenatal experimentaste algún cambio substancial o de naturaleza. Empezaste como ser humano y permanecerás así hasta que mueras. Está bien, te faltaba madurez en las etapas tempranas de la vida (como cualquier infante), pero eras humano."

“Las cosas vivientes no se convierten en criaturas diferentes por el hecho de cambiar su forma” escribe Greg Koukl. “Más bien, crecen y se desarrollan de acuerdo a cierto patrón físico, precisamente por la clase de ser que ya son”.


Take your vitaminZ. http://takeyourvitaminz.blogspot.com/2010/01/

febrero 06, 2010

Humor del sábado

El ingeniero ordenó a su perro:
§ Escalímetro, muestra tus habilidades!
El perro agarró un martillo, unas tablas y se armó el solo una perrera. Todos admitieron que era increíble.


El contador dijo que su perro podía hacer algo mejor:
§ Cash Flow, muestra tus habilidades!
El perro fue a la cocina, volvió con 24 galletas y las dividió en 8 pilas de 3 galletitas cada una. Todos admitieron que era genial.


El químico dijo que su perro podía hacer algo aún mejor:
Óxido, muestra tus habilidades!
Óxido caminó hasta la refrigeradora, tomó un litro de leche, peló un banano, usó la licuadora y se hizo un batido. Todos aceptaron que era impresionante.

El informático sabía que podía ganarles a todos:
§ Megabyte, hazlo!
Megabyte atravesó el cuarto, encendió la computadora, controló si tenía virus, mejoró el sistema operativo, mandó un e-mail e instaló un juego excelente. Todos sabían que esto era muy difícil de superar.

Miraron 'de reojo' al diputado y le dijeron:
§ Y su perro, ¿qué puede hacer...?
El político llamó a su perro y dijo: . . . . . . . . . . . .

§ '¡Güevón, muestra tus habilidades!
Güevón se paró de un salto, se comió las galletas, se tomó el batido, borró todos los archivos de la computadora, armó pelea con los otros cuatro perros, se robó la perrera y alegó inmunidad, porque tenia fuero.....!

¡¡Insuperable!!!

febrero 05, 2010

Homo Sapiens Inalambricus

Como en el antiguo Oeste, caminamos portando en la cintura el "arma" imprescindible para vivir en nuestras frenéticas sociedades. Tanto se incorporan las nuevas tecnologías que casi se convierten en "ampliaciones" de nuestro cuerpo. Dan la sensación de un nuevo Síndrome a la Frankestein: las tecnologías se rebelan contra su creador y se convierten en temido dueño y señor.
Tengamos cuidado de no ser esclavos de aquello que es un buen medio, pero que por el uso se está convirtiendo en un fin. El uso desmedido potencia una sociedad fragmentada, las personas nos alejamos más unas de otras, en lugar de ayudarnos a "desenchufar" y por tanto encontrar tiempo para meditar u orar, la irrupción de la tecnología provoca la "necesidad" imperiosa de estar alertas -disponibles- 24 horas al día, siete días de la semana, los 365 días del año. Es como si dijéramos: estoy conectado, luego existo.

Las nuevas tecnologías -que en breve tiempo serán obsoletas- fomentan un espejismo, la ilusión de creer que conectarse a muchas bases de datos, múltiples fuentes de información, varios facebooks, blogs y no sé cuántos servidores... resuelve todos los problemas y nos da una inteligencia extraordinaria.
No es verdad.
Estos bancos de comunicación y/o información sólo son útiles a quienes saben leer, controlar y usar con dominio propio. Un burro conectado a internet sigue siendo un burro.

Si no tenemos sabiduría y madurez espiritual caeremos en el nuevo tipo de hombre postmoderno, el Homo Sapiens Inalambricus: un ser impaciente ante la tranquilidad, impedido de la meditación (a menos que llegue en bits), tan mecánico que desprecia el silencio o cualquier cosa que le dé tiempo para sondear las profundidades de su alma.
Un ser pegado a un aparato electrónico, que necesita ruido, muchedumbre, auriculares, escúchelos o no.

He descubierto algunas pautas para ayudar a los que sufren la ansiedad por no estar localizables. Hace falta ser valiente para contemplar el espejo de nuestras almas y ver escritas allí las desfiguraciones causadas por el vivir electrónico. No es un absurdo decir que los hombres han de ser hombres y no átomos, gigas o megas de un disco duro.
Cuando alguien ve las lesiones morales que se ha causado, lo sabio y atinado es ir al Médico Divino, en arrepentimiento y confesión y fe, pues El mismo así lo dice: "venid a mí todos los que os sentís abrumadoramente cansados y encontraréis descanso para vuestras almas."

Boletín Informativo de la Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda", en Barcelona. P.Roberto Velert Ch. "Desde el Corazón".

Tontos Inteligentes

Leyendo una nota sobre A.Einstein se suscitó una agradable discusión sobre el concepto de “tontos inteligentes” entre mi hermana y yo.

Dice Einstein que “cualquier tonto inteligente puede hacer cosas más grandes, más complejas, y más violentas. Se requiere un toque de genio -y un montón de coraje- para moverse en la dirección opuesta”.

¿Quién es un “tonto inteligente”? ¿Es un concepto real, válido? ¿Cuál sería el espejo para mirarse, el marco de referencia para analizarse?

Mi hermana dijo que el concepto no era real, porque nadie puede ser tonto e inteligente a la vez. Y me puso enfrente todas las definiciones del Real Diccionario de la Lengua Española sobre cada palabra. [Fiuu!]

Sin embargo, a la luz de la Escritura [o Biblia, pues], Einstein tiene razón: hay personas perfectamente tontas inteligentes.

Y en particular, me gustaría más analizar la segunda parte de la cita: se requiere genio y coraje -humildad y valor con mansedumbre- para apartarse de ser un tonto inteligente. :)

Y quizás, genialidad es poder hacer las cosas más sencillas, con menos artificios y en paz. Y e’fácil?


febrero 04, 2010

Concluír no es resumir argumentos

De un libro recién publicado por Harvard Business Press:

La conclusión [de una presentación] no debe ser un resumen de los argumentos. Más bien, debe ser una apelación al entendimiento de la audiencia, una motivación a la acción, a la aprobación -es decir a aquello que tú quieres que tu audiencia piense o haga.

No caigas en la trampa de repetir a tu audiencia lo que ya le dijiste. Resumir algo al final es la mejor manera de matar el entusiasmo que tu presentación haya generado.
Olvida el resumen.
En lugar de ello dile a tu audiencia lo que deben pensar o hacer.