Conferencia pronunciada por el Pastor Oscar Arocha en el marco de la reunión convocada por la Comisión Nacional de Etica y Combate a la Corrupción en República Dominicana, auspiciada por la Presidencia de la República.
Como es sabido, la “Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción” (CNECC) ha formulado un “Plan con tres grandes ejes de acción”, siendo “El Fomento de la Ética” su primer eje. Lo aplaudimos con entusiasmo, ya que no sería posible hacer acciones correctas sin antes desarrollar educación ética, pues un pensar desviado produce un hablar desviado. Para comunicarse bien, primero hay que pensar bien. Más aún, en el escrito que esboza el plan de la CNECC leemos: “La corrupción administrativa en la República Dominicana se remonta a más de un siglo, se puede afirmar que el fenómeno de la corrupción ha afectado el sistema democrático desde la misma creación del Estado Dominicano.” (Plan Estratégico… de Ética… 2009-2012, Pág. #1). Esto es, que la corrupción en la administración pública es un mal social ancestral, o si cabe decir, endémico.
Puesto que no tenemos precedente histórico que nos permita revivir una Ética Nacional, nos parece propio examinar la historia de las naciones del mundo occidental que han tenido menor corrupción administrativa y procuremos asimilar o aplicar según el caso, en particular al asunto que hoy nos ocupa: “La Ética en los Medios de Comunicación Social.” En un examen sencillo hemos visto que algunas naciones europeas son quienes tienen cierta ética nacional, destacándose aquellas que poseen una ética protestante, lo que se conoce como la Ética del Cristianismo Evangélico. Para nadie es un secreto que estas naciones, incluso hoy día -siglos después de adoptarlas- siguen disfrutando de instituciones sociales fuertes. Por ejemplo, el eje social prevaleciente en todo el mundo es la salud de la economía, llama la atención que otras naciones depositen en las primeras o no retiren de sus Bancos comerciales las riquezas que allí tienen, confiadas en que la administración pública de las primeras se maneja dentro de una ética con grado de confianza aceptable, a pesar de que estas naciones fundadas en ética cristiana evangélica sufran crisis económicas sin precedentes.
Careciendo una ética nacional como país y siendo testigos del acentuado deterioro de los valores morales en nuestra sociedad, es urgente que nos aboquemos al fomento de la Ética. Si damos un vistazo al estado que vivimos respecto a la moralidad ciudadana en su conjunto, no erramos si decimos que a diferencia de otras épocas de nuestra historia, somos testigos de un deterioro progresivo del lenguaje en algunos Medios de Comunicación Social. No pocos comunicadores de masa rayan en insolencia, desfachatez, inmoralidad, desvergüenza; lo mismo en programas de radio y TV de índole político convertidos en centros de injurias y calumnias como si fueran fábricas de difamación. Y ni que decir del lenguaje impúdico, indecente, pornográfico y libertino de otros tantos. La urgencia que ha venido poniendo la Presidencia de la República y el Despacho de la Primera Dama son expresión del noble desespero que una parte de la población siente. Quiera Dios tener misericordia de nosotros y cada uno contribuya con su parte para echar los cimientos de una acción reformadora, teniendo como meta ver crecer con vigor y salud la Ética Cristiana como marco regulador de la vida ciudadana, en particular sobre los Medios de Comunicación Social.
Hablemos, pues, de Ética y Medios de Comunicación. En un asunto como este es necesario establecer primero sus cimientos, y luego su aplicación, o lo que se conoce como la teoría y su práctica. Hemos estructurado así:
Uno, La Naturaleza de la Ética.
Dos, Formación de la Conciencia y la Ética.
Tres, Direcciones sobre la comunicación Social.
I. Naturaleza de la Ética Cristiana
Premisas. Cuando decimos naturaleza significamos la esencia de algo. La esencia del agua es ser líquida. Etica cristiana presupone dos asuntos fundamentales previo a considerar sus propiedades esenciales: (1) La existencia de Dios, (2) la autoridad de las Santas Escrituras, la Biblia, como revelación de la mente y voluntad de Dios al hombre. Dicho de otro modo: que hay un sólo Dios Verdadero, Inmortal, Sabio e Invisible, y se ha revelado a Sí mismo en la Biblia. En relación con la conducta humana significa que tenemos absolutos morales y por tanto ética, o lo que es igual, un deber moral innato. Ética es ese deber moral innato en todo ser humano.
Su implicación sería que si negamos la existencia de Dios, luego entonces moralidad y ética automáticamente desaparecen. La conducta humana caería bajo la esclavitud del relativismo moral interminable. Quitar la vida bajo anestesia a un niño de tres años porque sea paralítico (eutanasia de hoy día), hasta podría ser visto como bien moral. Necesitamos, pues, ética de valores morales absolutos que regule la conducta recíproca de los hombres, o que mis deberes ciudadanos no sean establecidos por estadísticas -manipulables para probar cualquier cosa- sino fundamentados por y en la verdad, la equidad y la compasión del carácter del Creador. Que tanto gobernantes o administradores de las cosas públicas como el ciudadano común estén bajos las mismas reglas de convivencia pacífica, unos y otros bajo la observancia de esas reglas dictadas no por hombre alguno, sino por Dios. Además asume que no hay ninguna otra autoridad superior a la del Creador.
Naturaleza. El fundamento de la Ética queda establecido en las palabras del Señor Jesucristo. Leo: “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos.” (Mateo 7:12). Este precepto es la regla de vida. Su primer componente es la verdad, porque nadie se miente a sí mismo; la conversación interna o en nuestras mentes es sincera, franca, veraz. No nos mentimos a nosotros mismos de manera intencional, aunque es posible auto-engañarse cuando se tiene una perspectiva equivocada de la realidad, algo común en nosotros los humanos. El segundo componente es la justicia o equidad, pues delante de la Ley de Dios todos los hombres son iguales, y los iguales no tienen poder de autoridad entre ellos; no soy juez de mi prójimo. Saber y aplicar esto es de suprema importancia, porque al oír a ciertos comunicadores los tales suenan como dueños y señores de esta débil nación, asiduos violadores de los derechos ciudadanos. El tercer integrante es la bondad, porque nadie es difamador ni cruel consigo mismo. En resumen, la ética es como una mesa de tres piernas: verdad, justicia y bondad. Si falta cualquiera de estas columnas, la mesa no podrá sostenerse en pie.
Un caníbal en el centro del África se comerá el cuerpo de su enemigo luego de vencerlo en combate, pero no hace lo mismo con su mujer ni con sus hijos, y no lo hace porque su ética, aun en su grado primitivo de educación moral, le obliga al deber de proteger los suyos y combatir contra quienes pretendan su mal o de su familia. Pero cuando su conciencia fuese educada en principios cristianos, tampoco se comería el cuerpo de su prójimo, aun cuando lo venza en combate. En resumen, Ética es el deber moral que sentimos de hacer lo bueno y evitar lo malo según la Palabra de Dios. Eso indica que es imperativo fomentar ética, porque muchas conciencias no están moralmente educadas. Vivimos en una generación donde un hombre adúltero llama deleite a lo que es pecado. Un comunicador social llama sinceridad lo que es un hablar despotricado, injurioso, desenfrenado; en algunos casos parece defender al pueblo en sus expresiones públicas cuando lo cierto es que estaría calumniando una autoridad civil. No solo hay inversión de los valores morales, sino peor aun, se ha perdido la conceptualización de las cosas. Todos hemos oído algo así: “Soy una persona sincera, no tengo pelos en la lengua,” pero al oír su discurso notamos que el individuo llama sinceridad al ser deslenguado: el tal ignora que la sinceridad es una virtud, y su ejercicio ha de hacer bien a uno y al prójimo. En pocas palabras, tanto en un caso como en el otro, esas conciencias no están formadas y hemos de educarlas, como lo ha titulado este programa nacional: El Fomento de la Ética.
Elementos de la Ética Cristiano Evangélica
1º La verdad como elemento de la Ética. Previo a definir la verdad en la comunicación, es necesario explicar la mentira y el error. La mentira es una disociación entre lo que se piensa y lo que se dice, o lo que se dice con lo que se hace. Una persona miente al declarar que tiene cuarenta años de edad cuando sabe que tiene cincuenta. Si nuestro hablar no está de acuerdo con nuestro entendimiento es mentira, aunque esté en conformidad con la esencia del asunto en cuestión.
Ejemplo: «Una persona que vive como si tuviera los ingresos que él sabe no tiene. Se le oye hablar y suena a que sí tiene esa posición económica y trata de vivir en esa apariencia y con ello engaña a otros». Otro caso, algunos políticos se venden al público como poseedores de ciertas virtudes que saben no tienen. Estarían tratando que otros crean lo que él sabe que no es real, miente y sabe que miente. Mentira es la falsificación voluntaria de la verdad y es usualmente acompañada con la intención de engañar. A diferencia de error o falsedad que es una disociación entre lo que se piensa y la realidad, por ejemplo, el niño que dice ser Superman ¿está mintiendo? no, pero está en un error.
En su naturaleza la verdad es conformidad de nuestras expresiones a la esencia de las cosas, o a nuestro entendimiento o comprensión de esas cosas. Acarrearía culpa cuando un comunicador social dispone de medios necesarios para conocer la esencia de un asunto pero no hace uso de ellos, o que por negligencia difunda rumores como si fueran verdad. Su negligencia echaría a perder la honorabilidad o sustancia de su oficio; estaría difundiendo falsedades. Algunos programas de farándulas caen dentro de esta categoría.
El comunicador está en el deber de mejorar sus conocimientos de lo que planea hablar. Un dicho popular entre nosotros aplica a nuestro estudio: "Toma las cosas como ellas son y no como tú quieres que sean". Todo comunicador social debiera hacer esfuerzos para juzgar las cosas como son y hablar de ellas cuando fuere necesario de acuerdo a ese juicio, sin añadir ni disminuir. Lo que Dios manda con estas palabras: "Hablad verdad en tu corazón" (Efesios 4:25). Expresarse así sería ética verdadera en el uso de los medios de comunicación social.
2º La Justicia, un componente de la Ética. Definir esta virtud es difícil por su amplia aplicación, y en el caso de la comunicación social y en la época que nos ha tocado vivir se dificulta aún más entenderla y aplicarla en nuestro hablar. Su definición bíblica y aplicable a todo trato con nuestro prójimo es dada en la regla que dio el Señor Jesucristo: "Todas las cosas que querais que los hombres hablen de vosotros, así también hablad vosotros de ellos," Esto es, habla de los otros lo que tú esperas que ellos hablen de ti en iguales circunstancias. En sentido general y humano: Hablar con justicia es aquella virtud del alma que inclina al hombre a hablar de su prójimo con bondad y sin engaño. Lo que se conoce como el hacer una buena construcción de las intenciones del prójimo. Esta justicia es un hábito de mente que nos dispone a decir del otro lo que es debido o es nuestro deber por amor a Dios.
La fuente de donde ha de brotar esta santa virtud es el deseo de ser buenos como Dios es bueno. El comunicador guiado por la equidad cree, acepta como sana la intención del otro mientras las evidencias no testifiquen lo contrario. Es un hábito mental, no una acción aislada, sino una regla general de vida. Un lector pudiera decir “Diego” cuando quiso decir “digo”, no por eso se concluye que no sabe leer, pues eso no es lo habitual, sino accidental y transitorio.
Así que merece el honorable nombre de comunicador social justo aquel cuya expresión es habitualmente justa, es decir, quien mantiene amor a la justicia o que la practica corrientemente, reciba elogios de los hombres o no. Justicia es equivalente a equidad, rectitud, honradez, honestidad, amante de lo honesto y decente. Es alguien que procura de corazón mostrarse a los demás como lo que dice ser, un comunicador social de corazón justo. Un ladrón no debe ser nombrado custodio de los bienes del Estado. Eso sería mayúscula injusticia. Ni a un hombre de mente injusta darle cabida en los medios de comunicación social. La injusticia, la falsedad, calumnias y difamaciones van de la mano, están en todas partes.
3º La Ética es Bondad. Oiga este Mandamiento del Señor nuestro Dios: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (Mateo 22:39). Amor o bondad a nuestro prójimo es algo que se discierne con facilidad, o que el amor me dice lo que es bueno para mí, y si es bueno para ti, dáselo a tu prójimo. Así que en la ética de la comunicación social, ejercer bondad es una regla bien sencilla: Lo que Tú quieres que se diga de ti, tanto en público como en privado, dilo de tu prójimo. Esto no es una tarea fácil, y quienes se comprometan a este virtuoso esfuerzo pudieran ser llamados con propiedad como nuestros patriotas modernos. Significamos con esto que el principio moral del egoísmo nos indica cómo hablar bien del prójimo. Este elemento de la bondad en la ética, no sólo incluiría la verdad sino también la justicia en el uso de la comunicación.
Ahora bien, como nación tenemos un mal adquirido que atentaría contra todo esfuerzo legítimo por cultivar la virtud de la ética, y ese mal es la sospecha irrazonable. Hay quienes son personas de mala sospecha. Durante más de treinta años, el “caliesaje” se entronó en la vida de la República Dominicana, como el arroz blanco en nuestra mesa, y con ello las malas sospechas sobre la intenciones del prójimo. Muy a menudo la oposición piensa lo peor del gobierno y asimismo el gobierno de la oposición. Como nación hemos sufrido muchas heridas de calumnias, difamaciones, injurias, con el agravante de que no han sido sanadas. ¡Quiera nuestro buen Dios darnos un líder nacional, no necesariamente un político, que se esfuerce en hacer todo cuanto esté a su alcance para sanar esas heridas, y que la bondad y la mutua confianza se puedan ver en nuestra sufrida nación.
II. Formando una Conciencia Ética
Sería misión imposible pretender el fomento de la Ética y no hablar de lo que es la conciencia y su formación. Hablemos, pues, lo que es y cómo se educa esa facultad moral.
La Conciencia. En toda persona, esto es, en ti y en mí hay algo que se conoce como la facultad de la conciencia, y en ese tenor decimos que hay una diferencia entre ciencia y conciencia. Ciencia es el conocimiento de las cosas fuera de uno. Conciencia es el conocimiento de uno mismo, o el conocimiento del estado de un hombre y su propia conducta: "Conciencia es la facultad humana dada por el Creador que permite a los hombres juzgarse a sí mismos en su situación como en sus hechos; tanto como si están sujetos al juicio de Dios". Se infiere que de ella proviene el juicio que un hombre tiene de sí mismo con respecto a recompensa o castigo en lo moral.
Debido a que la conciencia es la facultad que permite a los hombres juzgarse a sí mismos, se puede decir que en cierto sentido es juez, o el representante de la Ley del Creador en nuestro interior. Es juez puesto que dicta sentencia. Podemos decir que agradó al Creador establecer un tribunal en el corazón de todo ser humano, que entre otros beneficios nos proporciona convicción de la existencia del Creador, ya que la fuerza de Su ley a menudo el hombre la siente en su ser interior; se levanta dentro de uno y nos presiona al deber moral con el prójimo. En cuanto a sus funciones el ministro inglés Brochmandus la describe así: “Es una clase de razonamiento silencioso, cuya sentencia definitiva es recibida por algún sentimiento del corazón, donde aquellas cosas que son juzgadas como correctas y buenas son aprobadas con agrado, pero las cosas que son malas y perversas desaprobadas con vergüenza y lamento. Dios la ha colocado en todos los hombres; parcialmente para ser juez y testimonio de la integridad con que el hombre fue creado y de la corrupción que siguió al pecado; parcialmente para que Dios tenga un tribunal levantado en el pecho de los hombres para acusar a los delincuentes o transgresores, y para excusar a aquellos que hacen lo que es bueno y correcto.” Supongamos que un comunicador social difunde un rumor como si fuera verdad, pero él sabe en su interior que habló con precipitación y sin confirmar los hechos. Si en su cama o en momento de quietud recuerda el caso y siente vergüenza, es que su conciencia le habló con sentimiento amargo o de humillación, y si no otorga la debida y justa atención, con el correr del tiempo su mala práctica cauterizará o endurecerá su conciencia. Un comunicador social con la conciencia endurecida sería como un canal de veneno y maledicencias.
Educando la Conciencia. Con lo estudiado hasta ahora sobre ética, se puede afirmar que no existe manera alguna de fomentar la ética sin que antes haya una debida educación o formación de la conciencia ciudadana. En ciertas tribus del Amazona las personas en lugares públicos andan desnudas sin avergonzarse, pero cuando la civilización les llega, sus conciencias son educadas con la virtud del pudor y visten sus cuerpos. No pocos comunicadores sociales necesitan que sus conciencias sean moralmente educadas y la ética los incline a un hablar que promueva la moral y buenas costumbres. No estoy del todo seguro, pero me inclino a pensar que la necesidad en Republica Dominicana es desesperante, urgente. Necesitamos que las escuelas de periodismo, locución, y otros similares, tengan en sus programas de enseñanza cursos de cómo educar la conciencia, que sean robustas, sanas y exigentes. La Biblia es el manual de instrucción dado por el Creador al hombre para el entrenamiento moral necesario.
No necesitamos las lecciones de los últimos experimentos que han desarrollado no pocos palabreros modernos, el Creador nunca da un encargo sin darnos los medios para cumplirlo. Y una de las asunciones básicas en el fomento de la Ética es que Dios en Su bendita gracia nos ha dado los instrumentos para este deber. Como dijera un cristiano: no es en la aulas universitarias donde se gana o pierde la batalla moral que hemos de librar, sino en los corazones de nuestros comunicadores sociales. Si aspiramos a una Ética nacional, entonces ellos necesitan la Biblia en sus conciencias, porque fuera del juicio justo y perfecto de Dios todo se reduce a opiniones y ¿quién va a determinar si tu opinión es mejor que la mía? No hay manera de hacerlo en justicia; las opiniones son “eso”, opiniones o meras ideas personales. Que con la regla bíblica alcance un conocimiento comprensivo, íntimo y personal de la anchura de la Ley moral de Dios y sus respectivas aplicaciones a la vida diaria, que su comunicar sea informativo y formativo. Las lecciones para sus conciencias están sólo en la Biblia. Si han de ser instrumentos de transformación ética, la Palabra del Único y Sabio Dios ha de estar atesorada en sus corazones.
Direcciones sobre Ética y Comunicación
Antes de considerar la praxis, nos parece pertinente definir al comunicador social: “En teoría debería ser un profesional con obligación de proveer a la sociedad información oportuna y veraz, de manera que sea un recurso útil para el desarrollo de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos. El comunicador social, cuando transmite una información, debe hacerlo despojándose totalmente de sus opiniones y sentimientos personales, ya que de otra manera dejaría de ser objetivo.” (Antonio Pisano Bartolomeo, 16/03/06).
1. Amigo comunicador: Si tú crees en la existencia de un Único y Sabio Dios, sería tu ganancia que El te gobierne. Con esto queremos significar que tu gran beneficio presente y futuro es que el oficio de instruir y formar en tu propia generación sea gobernado por los principios y reglas de la Ética. Tú y yo estamos de acuerdo que los problemas económicos y sociales de la República Dominicana se resuelven educando al pueblo, pero esta verdad estaría incompleta a menos que el sistema de educación sea bajo los principios y reglas de la Ética. Es mejor ser un hombre bueno e instruido, que sólo instruido. El hombre culto sin bondad sería como un bebé con un bisturí en la mano. Excelente instrumento, pero muy peligroso por la torpeza de la mano que lo usaría.
2. Amigo Comunicador: La buena obra de la Ética inicia con tu actitud mental. Te aseguro que si los comunicadores sociales más influyentes de nuestra amada nación se pusieran de acuerdo en asumir el compromiso de “Hablar del prójimo con justicia, bondad y sin engaño”, estaríamos echando el fundamento de una conciencia nacional educada con la Ética sana y verdadera. A menudo decimos, y es verdad, que un narcotraficante es un hombre sin conciencia, de ahí que sea tan malvado. Un buen hombre es lo opuesto, cuida y cultiva su conciencia; sus obras y palabras son de beneficio para él, su familia y su país. Ahora supongamos que tal cual el indolente, la nación no posea conciencia o ética nacional. No hay que abundar con palabras de cuáles serían sus ruinosos resultados: una sociedad con maldad in crescendo, tal cual un narcotraficante sin freno moral, sin futuro. Hablo así para que nuestros amigos comunicadores vean la enorme y buena oportunidad que tienen de contribuir con la formación de una ética nacional. Sería útil a él, a los suyos, a su empresa si así fuese y a nuestra amada Patria.
3. Amigo Comunicador: Se requiere hablar de los demás como uno espera que los demás hablen de uno. Todos odiamos con acentuado disgusto a quienes nos difamen. Nuestra lógica o razón nos da la clara evidencia y deber de hablar del prójimo de la misma manera, porque si nos duele en los más profundo que nos calumnien, a los demás también. La ética cristiana obliga, pues, a no decir de otro lo que no queremos que se diga injustamente de uno. Cito al ministro inglés del siglo XVII, Richard Steele:
“Cualquier sociedad donde no sea practicada la ética, o que le falte en una medida razonable, se destruirá. La falsedad destruye, rompe las buenas relaciones y acaba con la confianza que es necesaria para el buen trato con nuestros semejantes, porque, ¿cómo puede uno relacionarse con alguien en quien no confíe? Además de eso, la verdad y la justicia tienen una relación tan estrecha entre una y otra, que quien no pueda ser justo en el trato, tampoco podrá ser verdadero en sus palabras.”
El hablar fue dado para que pudiéramos expresar a los otros lo que hay en nuestras mentes, pero la mentira y la falsedad contradicen este propósito. Como alguien ha dicho: “Un hombre mudo es mejor que un difamador.” La gloria del hombre es el hablar. Hay personas ricas, famosas y poderosas, pero cuando hablan nadie les hace caso. En cambio hay otros, pobres pero sabios, que si hablan son tenidos muy en cuenta. Su gloria es su contenido y manera de expresarse.
Dios nos ayude a ser así.
Aquí agregamos que aun el decir la verdad requiere hacerlo estando poseído con una mente bondadosa. Oigamos como lo sentencia el sabio Salomón: “Manzana de oro con figuras de plata es la verdad dicha como conviene” (Eclesiastés 25:11); el escritor emplea una metáfora artística para resaltar la hermosura de la verdad dicha en su debido momento, lugar, manera y circunstancia.
La verdad, pues, sea dicha:
No para destruir, sino para edificar.
No para injuriar, sino para honrar.
No para difamar, sino para distinguir.
No para separar, sino para unir.
No para extorsionar, sino para beneficiar.
No para esclavizar, sino para libertar.
No para matar, sino para hacer vivir.
No para desinformar, sino para educar la conciencia de nuestro prójimo.
¿Significa eso que no debemos denunciar públicamente las malas acciones de los hombres? No, de ninguna manera. Lo que sí decimos es que Dios prohíbe denunciar las malas acciones de los hombres sin causa que lo justifique, o que nuestros juicios sean objetivos, llenos de toda bondad y justicia, como está escrito: “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos.” Que pensemos antes de hablar, no sea que se destruya lo que se pretende edificar, pues pudiera el remedio venir a ser peor que la enfermedad, y aun el hablar con causa, que se haga de una manera respetuosa u honrando la imagen de Dios en el hombre. La leche derramada no hay quien la recoja. Que la lengua del comunicador social no sea como un gatillo alegre disparando a diestra y siniestra, matando buenas reputaciones. Ahora bien, una golondrina no hace verano; tampoco hemos de condenar a un hombre por un solo hecho censurable. Aquí cito las palabras de un escritor Cristiano: “Hablar la verdad sin bondad suele ser alimentado por un espíritu de envidia y desamor, que en lugar de corregir el mal lo agrandaría.” (“Elementos de Ciencia moral”; Wayland, Pág. #266, 1856).
4. Amigo Comunicador: Que tus fallas en el camino no te detengan en esta noble meta. Por estar nuestras conciencias en formación o educación pudiera ocurrirte que en algún momento carezcas de uniformidad en tu hablar, o que no te expreses con Ética. No desmayes en tus esfuerzos, que los obstáculos te animen a seguir luchando y vencer. No dejes caer tus brazos en esta crucial batalla como comunicador social y formador de carácter en tu generación. Los errores son una oportunidad conveniente de aprender la lección del asunto en lo cual estamos involucrados.
Te informo que el poder de la conciencia es muy grande, al punto que puede convertir lo que alguien considera como bueno en malo, y lo indiferente transformarlo en terror, o lo malo en bueno. Los tiranos son un caso. La conciencia tiene poder para amarrar la convicción de un hombre con un nudo que ninguna ley humana puede desatar. La historia relata de hombres que preferían morir antes que callar. Cuando la conciencia amarra el corazón de un hombre al deber, ese hombre no puede hacer otra cosa que honrar la verdad y la justicia. Recuerda que no es posible honrar la Ética sin una buena conciencia. Ella examina, discierne y prueba nuestras acciones. Tenemos la capacidad de reflexionar y probar nuestra conducta, palabras y pensamientos en su sentido moral, de lo bueno o malo, o lo satisfecho o vergonzoso.
Por tanto, no permitas que tus faltas o tropiezos en el ejercicio de tu oficio te paralicen en este tu buen camino, sino que utilices esas amargas experiencias con este fin: Ser mas cuidadoso en tu noble labor de comunicador social con ética.
¡Dios bendiga nuestra amada República Dominicana!
Stgo., 18 de Noviembre del 2010
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