Hace algún tiempo (2007) leímos esto. Lo traemos a colación con motivo de un nuevo año en un nuevo decenio, para su reflexión y análisis. Aunque un poco largo, bien vale la pena.
Me ha intrigado la invitación de ofrecer un comentario sobre este fenómeno cultural de “las resoluciones de Año Nuevo”. Primero, tengo 58 años de edad y nunca, nunca, he hecho resoluciones de Año Nuevo. La realidad es que la noción me pasó de largo, y es una no-categoría de cómo opero. De modo que mis calificaciones para escribir esto son virginidad e ignorancia. ¿Quizás esto me permita ver las cosas con mayor frescura y claridad? Quizás.
Existen varias posibilidades negativas en encuentros interculturales. Un habitante del Amazonas experimentaría shock cultural y confusión al entrar a un mundo social de actitudes, acciones y significados con toda seguridad extraños. “No lo entiendo” -diría. O, sencillamente, podría sentirse muy correcto acerca de sus propias premisas y prácticas y considerar con desdén la excentricidad de los demás.
Pero pueden haber posibilidades positivas en lo intercultural. Mencionaré tres.
Primero, un amazónico vería cosas que un citadino sería incapaz: el océano sociocultural, donde nadan los "cultos" personajes de la sociedad. Para este extranjero, el fenómeno de las resoluciones de año nuevo parecería raro y reductor en muchas áreas.
- Algunas resoluciones son mezquinas, pero la mayoría intenta profundas declaraciones. Expresan un sentido de necesidad de reforma moral. Glotonería, pereza, alcoholismo, derroches, deudas, aislamiento, “trabajolismo” estéril, inquietud y ansiedad, entretenimiento sin descanso, indulgencia sexual, amargura y sensaciones de extrañeza con relacionados, desorganización... todo esto son disparadores para hacer resoluciones de cambios. Levantan asuntos que podrían sacarse directamente de la lista de los Siete Pecados Capitales (y de las Siete Virtudes Vivas), de los diez mandamientos sobre Cómo Amar, de los nueve Frutos del Espíritu versus los “obvios” mandatos de la carne. Me impresiona ver cuán significativas son algunas resoluciones. “Perder peso, dejar de beber alcohol, oler las rosas, y tratar mejor a mi familia” no son asuntos triviales -cuando se enmarcan con propiedad.
- He ahí la fricción: enmarcar con propiedad. Insignificantes o profundas, las resoluciones son simple expresión de buenas intenciones. Describen problemas auto-referibles -”veo que tales o cuales cosas no son placenteras de mí mismo”. No establecen correlación alguna con el poder de nuestras pasiones, temores, hábitos... pecaminosidad interna, pecados directos contra Dios... y con el poder de la maldad externa (que incluye la en-culturización) que nos seduce y constriñe. Por eso proponen soluciones auto-dependientes -”resuelvo que haré tal y tal cosa para cambiarme a mí mismo.” El cambio se apoya en el volátil poder de la voluntad y/o en estrategias de sentido común para auto-administrarse (por ejemplo, establecer metas alcanzables de realización personal, y cumplirlas poco a poco). De modo que fracasan en gran medida. O incluso, cuando son exitosas, carecen de razones para “regocijarse siempre, orando sin cesar, con acciones de gracias en toda circunstancia.” No hacen correlación alguna con el fin primario del hombre, o con la locura de nuestro corazón mientras vivimos, o con el inexpresable regalo de Dios a gentes pecadoras, muertas en vida. Las resoluciones auto-referibles solo funcionan en proyectos de auto-salvación, no importa cuán nobles o deseables sean los fines perseguidos.
- Aún más, mezquinas o profundas, las resoluciones de Año Nuevo expresan puramente intenciones individualistas. Un plan de mejoramiento personal no tiene contexto corporativo para comprometerse, no tiene razones para esfuerzos mancomunados y de rendición de cuentas, y no participa en alguna causa mayor a cualquiera de nosotros. De modo que fracasa. O incluso, si son exitosas carecen de razones para “regocijarse siempre, orando sin cesar, con acciones de gracias en toda circunstancia.” Podré sentirme mejor de mí mismo, pero ¿qué piensa Dios acerca del Yo Mejorado en que me he convertido? ¿Soy más integral al Nosotros Los Santos de la nueva creación divina?
He aquí mis observaciones amazónicas. Tales resoluciones de Año Nuevo se refieren a cosas significativas en extremo: fracaso moral, auto-salvación, e individualismo.
Segundo, dar la vuelta en nuestra sociedad ayuda para que este habitante del Amazonas se vea a sí mismo bajo una nueva luz. El cruzar culturas arroja luz en ambas direcciones, sirve para la adecuada auto-crítica. ¿Por qué yo no hago resoluciones? Quizás debiera. ¿Será posible que mi no-categoría registra un modo de vida carente de metas, azaroso? ¿Hay alguna manera de hacer resoluciones que sea constructiva en verdad y reordene nuestras vidas? ¿O pudiera ser que yo hago algún equivalente funcional a “resoluciones”, pero no había reconocido la analogía? Y además, ¿acaso no es importante la idea del sentido común para definir metas claras e identificar los pasos a seguir? Las preguntas me conducen a mi punto final.
Tercero, cruzar culturas nos ayuda a ser contra-culturales constructivos. Podemos someter nuestras propias premisas y las de otros a crítica y reevaluación. Amazónicos y citadinos pueden cambiar mediante polinización cruzada a la luz del Redentor de cada tribu y nación. Podemos todos comenzar a pensar esto de las resoluciones de una nueva manera.
Para empezar, ¿qué es una resolución? ¿Qué significa para mí resolver algo? El uso de la palabra resolver significa llegar a una decisión firme y determinada de hacer algo, comportarse de cierta manera, gobernarse con ciertos principios. Suena muy cristiano.
Considerado desde este ángulo, el Código de Nicea es un tipo de resolución.
Y decir “yo soy tu siervo... prometo cumplir tus palabras” (Salmo 119:124, 57) es otro ejemplo. Cuando resolvemos _____ quiere decir que expresamos de modo formal nuestra creencia, voluntad, o intención. Es una posición determinada, una dirección particular. Luego de pensar y decidir, uno se compromete a caminar en una trayectoria que cambia el destino de nuestra vida.
Visto así, pudiera concebirse la entera vida cristiana como una determinación continuada de hacer y caminar “Las Resoluciones de la Vida Diaria de la Nueva Creación.”
Permítanme ofrecer un ejemplo. En 1976, recién convertido a Cristo, me integré a una iglesia. Hice esta resolución en frente de toda una congregación de personas de mentalidad similar. Estas fueron mis palabras: “Resuelvo y prometo, en humilde dependencia y bajo la gracia del Espíritu Santo, vivir de hoy en adelante como seguidor de Cristo”.
Esta resolución no se cocinó un primero de enero porque me sentía insatisfecho con mi vida de los previos 12 meses. Es una resolución que expresa la mente de Cristo, el mapa de una nueva vida para todos los días y años siguientes.
Vivir “como seguidor de Cristo” toma muy en serio muchas sub-resoluciones específicas. Por ejemplo, identifica aquellos pecados contra lo que debe ser: glotonería, pereza, alcoholismo, derroche, vivir sin sentido, ansiedad, y todo lo demás. Se dirige a los frutos de cambio: temperancia, diligencia, gratitud, mayordomía, quietud, confianza, amor, gozo, paz...
Y el resolver “en humilde dependencia” busca estar muy seguro que no es un proyecto auto-referente, auto-dependiente para auto-salvación.
El contexto corporativo es altamente significativo. No se trató de mi resolución para el año 1976. Fue, y es, mi y nuestra resolución juntos, siempre, porque captura los propósitos y resoluciones de Dios. Así que una de las maneras de ayudarse unos a otros es siendo específicos. Identificamos metas que delinean lo que seremos hoy, luchando en cada paso -aquí, ahora, para mí, para ti, para nosotros- en la misma dirección donde Cristo va.
Así que, ¿estáis haciendo resoluciones de Año Nuevo? En la víspera de este nuevo año, he decidido hacer una por primera vez, y de hacerla públicamente.
“Resuelvo y prometo, en humilde dependencia y bajo la gracia del Espíritu Santo, vivir de hoy en adelante como seguidor de Cristo”.
Veo las implicaciones específicas para mis elecciones desde esta misma tarde (cuando Nan y yo vayamos a una fiesta con viejos amigos) y para mañana temprano (cuando llevemos a nuestra hija al aeropuerto).
Luego, por la gracia de Dios, haré esta misma resolución el primer Día del Año y sin duda que habrán diferentes implicaciones en diferentes esferas de mi vida (Mi oficina no necesita tanta reorganización. La universidad de Hawaii jugará en el Tazón del Azúcar. Varios amigos están enfrentando cánceres serios. Y... ).
Y por la gracia de Dios, haré (y viviré) la misma resolución el día 2, y el día 3, y el día 4... y cada día de este nuevo año de Cristo y Su nueva creación, cada día, mientras se diga Hoy.
David Powlison
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